La biblioteca de los libros felices
Es complicado hacerlo mejor. Nos recibe Mario Córdoba en la puerta de la calle. Salimos del ascensor y nos recibe Manuel Desantes. Nos presentan a Fernando y su esposa Moli. Nos habla de Don Biblio a quien saludamos, ponemos sobre nuestro pecho izquierdo y acariciamos su calva uno tras otro de los invitados. Poco después nos sentamos en torno a dos mesas llenas de libros.
Fernando (Aspe) hace las veces de donar un libro francés editado en 1898.No cuenta sus muchos viajes, las alegrías de haber llegado a destinos donde no se puede ir más allá ( la punta de América del Sur) y que suple su frustración con la lectura de los libros: El Polo Sur. Este en concreto encontrado en una biblioteca o librería En Buenos Aires, Ávila se podría llamar. El autor un periodista del siglo XIX de cuyo nombre no me acuerdo que postulaba que cada cual es dueño de sus propiedades sea en Argelia o en Francia, un revolucionario para la época que tiraba periódicos de un folio durante la II República, exiliado en Argelia en tiempos de Napoleón III.
Don Manuel acepta la donación e inicia un recorrido por los libros que debemos acariciar. Presenta libros escritos desde hace varios siglos, tocamos sus lomos y pastas, sus hojas, olemos el interior de las hojas hechas con ropa vieja antes de que llegara la celulosa. Nos explica que el editor se pone el primero en el lomo y el libro y el autor casi que no aparece. La experiencia es fenomenal, el tacto de la piel animal y el olor de las hojas. Nos explica los incunables con sus adornos y marcas, se hacían pocos y se pasaban a expertos que adornaban los márgenes, el oro y el azul aparecen en las colecciones que dan caché a los libros y sus dueños que son pocos y de alta alcurnia.
Un repaso del papiro al pergamino y a la imprenta de Gutenberg que usa dos columnas, amplios márgenes para ser adornados y poca tirada lo que le llevó a la ruina. Aparecen libros en latín donde se escribe de corrido sin puntos y aparte con márgenes donde se escribía también. Eran para estudiar y tiradas más amplias, Los libros van cambiando de tamaño hasta hacerse de bolsillo (faltriquera: bolsillo que se colgaba del cinto).Nos presentó uno pequeño en Copto y unos enanos casi invisibles. Libros de viajes pequeños con mapas que precisan lupa para ver la cantidad de material que se escribía. La primera Anatomía, con protobelorcios (desaparecida del diccionario de la lengua española): dibujos por capas, mapas de las estructuras anatómicas. En fin una pasada y solo enseñó un poco del material que tiene acumulada la biblioteca y no me extiendo más si bien Don Manuel tiene labia para varios años. Estudió en los Escolapios como otros tantos, no sé de donde, me incluyo: Villacarriedo.
Fotos de Don Biblio